Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

viernes, 29 de julio de 2016

(258) Entre nómadas. Quitando legañas (y algunas cosas más) por el desierto y alrededores

Tra nomadi. Togliendo cispe (e qualcosa di più) nel deserto e dintorni.


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 «Sin ese granito de arena, esa duna no sería la misma.
Y ese granito es lo que aportas tú».



Un alto responsable de la Sanidad de un país africano (bueno, en realidad fueron más de uno y fueron varios episodios) me dijo: «No puedo ponerte negro sobre blanco que estás autorizado a intervenir médicamente sobre mis conciudadanos, pero nunca haré nada para prohibirte hacer lo que haces, porque sé lo que haces. Además, en algunos de los lugares donde te metes, o lo hace tú porque pasas por allí, o esa persona está abandonada a su suerte».

Hay quienes no lo entienden, que lo ven como una pérdida de tiempo, algo como una aventura esporádica o una injerencia entre gentes con la que no pintas nada y que así no solucionas los problemas del mundo. ¿Y quién lo pretende? Y también haylos y haylas como esa persona que es todo aspavientos, y cree estar camino de la canonización, y que un día, desde la arriesgada posición de su sofá y con bastante desdén (egoísmo y mala uva, para que se entienda) dijo algo sobre «ir a perder el tiempo quitando legañas por allí».

Pues hay de todo un poco, es una historia que lleva ya abarcando unas cuatro décadas de mi vida, con mayor o menor intensidad, y que me ha llenado de satisfacciones. Enormes satisfacciones cuando pienso en decenas y decenas de personas que veían muy mal, o que eran literalmente ciegas, y que hoy ven y viven una vida normal y eso sólo porque se me ocurrió en varias ocasiones montar quirófanos en el desierto y llevarme a unos cuantos amigos cirujanos dispuestos a regalar su tiempo y su experiencia.

Enormes satisfacciones poder contar con amigos y grandes especialistas de la medicina de emergencia, como los equipos del SAMUR – Protección Civil de Madrid. Son quienes, al lado de cirujanos con un cometido específico, y como colaboración oficial o a título personal en su tiempo libre, han bajado conmigo entre los nómadas del desierto o en sus orillas para improvisarse consultores de medicina general y meterse en varias especialidades, según lo que se presentaba entre gentes que nunca habían visto a un médico, ni volverán a verlo.

Pues, sin ser médico y con esa “experiencia de contacto” adquirida con una larga frecuentación de mis amigos médicos (mucha en Italia, claro, y mucha en España con profesionales SEMES de varios servicios de emergencias), además de meterme de lleno a estudiar casos y situaciones, confieso que – en lugares donde o lo haces o no lo hace nadie – me he metido y me he metido arriesgándome.

Que quede claro: nunca he hecho nada sin tener práctica y una muy razonable y razonada certeza de la ortodoxia de lo que iba haciendo. Pero si había que paliar los dolores articulares de una anciana que ha cargado fardos y se ha sentado toda su vida trabajando en posturas absurdas, o he tenido que intentar detener una gangrena en una pierna y forrar de antibióticos y al tiempo resecar áreas necrosadas e infectas, pues lo he hecho.
Y si me he encontrado con una dolorosa mastitis, pues he enseñado higiene y a apretar los dientes, mientras que al cabrero o al pastor de cuatro dromedarios con una infección ocular (desde luego, no una micosis) le he limpiado los ojos, le he quitado legañas y le he suministrado tobramicina. Y también podría contar algo de los “chupachus” de fentanilo y de alguna que otra inyección de antihistamínicos o corticoides a varias víctimas de dolorosísimas picaduras de escorpiones.

Un buen abanico de situaciones a lo largo de décadas, como la complicada fractura de la muñeca de una nómada de seis años que al año siguiente (arriba hay sin dudad Alguien que me asiste) comprobé que se había soldado y mantenía la articulación en toda su complejidad. A propósito de eso: año tras año (y hay también mucha “baraka”, suerte como dicen mis amigos nómadas) he seguido comprobando que todos han superado el percance del que me ocupé estando sólo o sin ser acompañado por médicos. Y todos viven y sin secuelas. Hamdullah الحمد لله. (¡Gracias a Dios!).

Decía que claro que en todo esto hay también algo de aventura y que algunos de los últimos años me relajé demasiado, sin meterme de lleno y mirar al objetivo principal: ayudar. Pero esa aventura es sobre todo una aventura humana, entre gentes entre las cuales he visto nacer, crecer, y a muchos ancianos (y tristemente, también jóvenes) los he visto morir. La vida misma. Y entre esa gente, más que dar he recibido: toneladas de amistad y relaciones humanas que nunca podría compensar ni con cientos de visitas o alguna aportación sanitaria o de otra naturaleza. Aventura humana, amor por el desierto, el Sahara en sentido geográfico, sin mirar a que país pertenece ese rincón, de donde viene o hacia donde se dirige ese amigo con su familia trashumante y a menudo un escaso séquito de animales a los que se les ven los huesos.

Pues ahora he bajado otra vez, con más ganas que nunca también porque no sé si me quedan muchas más. He bajado para alejarme de nuestro mundanal ruido y para reventar un poco con el calor de arenas tórridas y pistas polvorientas o rocas en las que sólo con dejar caer un filete está hecho en diez segundos. Y aquí os dejo algunas imágenes que voy soltando según me mueva, haga encuentros y – eso es fundamental – consiga la manera de atrapar alguna onda hertziana que me permita conectar y transmitir.

Pues, a seguir el “garbeo”. Yallah! (¡Vamos!)

("Clic" en la mayor parte de las imágenes para ampliarlas)

1) A por encuentros con amigos nómadas, para darles un abrazo y compartir tertulia. Pero también, si puedo, para ver como están y echarles un cable en lo que concierne a su salud.
2) Encuentros tras encuentros. Desplazamientos por pistas o inventando rutas sobre erg (arena), reg (suelo duro) y hammada (pedregal de rocas y cantos rodados).
Y encuentros con tracomas, artritis, mastitis, pulmones crepitantes, heridas infectas, conjuntivitis y todo un abanico de enfermedades y traumas.
Aquí se agradece la cercanía y lo aprendido con los amigos médicos, enfermeros y técnicos del @SEMES_ y @SAMUR_PC



3) Amistad y confianza.  Fundamentales cuando se trata de relaciones con personas de cultura, religión y condiciones sociales y económicas muy diferentes. Y cuando hay confianza ocurre todo y todo lo contrario.
Un nómada que llevaba años sin ver me ha descrito todos los síntomas de una evidente hiperplasia de la próstata, si no algo peor. Llegué a dibujarles vejiga, uretra y próstata para que entendiera lo que tiene. El problema vino cuando me insistió en que operara allí mismo, a pie de arena y entre cabras y bajo un sol de justicia.
Me costó un buen rato convencerle de que no era una buena idea.

Hay algo que es necesario aclarar. Cuando me doy estos garbeos desérticos, sin distracciones, y se presenta algún caso muy complejo, siempre tengo "al loro" a muchos médicos y especialistas, además de amigos, que comunicaciones permitiendo, me puedan aclarar dudas e indicarme como actuar.
El de guardia permanente es sobre todo el amigp Dr. Alfonso Morán @poncho4996 del @SAMUR_PC




Y tampoco ha faltado la ocasión para una conexión con Carlos Santos @lalibretacolora para la edición de verano de No es un día cualquiera @NEUDC_RNE





4) En esta ocasión me acompaña Javier @ljaviersc, que echa un cable y padece conmigo uno de los años recientes más duros del desierto, por temperaturas y variaciones a veces muy acentuadas de la orografía y de muchas pistas (que como sabemos no siempre significan una idea de trazas sino "búscate la vida y pasa, si puedes".
5) Javier se extraña porque aparecen balones. Es bien sabido por quienes me conocen que yo en lo del balompié soy un emérito ignorante.
Pero no todo es medicina. Los niños de lugares perdidos en la nada necesitan cuadernos, bolígrafos y carpetas lo mismo que poder jugar juntos.
Así aparecen los balones y otras cosas. Y como soy amigo y forofo de quien sabe sufrir, a estos niños que sufren las durezas de la vida y de un entorno duro esta vez he decidido llevar los colores de auténticos sufridores: los colchoneros.
6) No es un día. Son décadas comprobándolo y a menudo evito entrar en polémicas fruto de desconocimiento, miedos y desinformación.
He mantenido y mantengo en estos días conversaciones sobre religión, fanatismo, terrorismo con etiqueta religiosa y en como se viven las creencias.
La respuesta es casi unánime: cada uno vive su fe según cultura, tradición y profundidad de las creencias. Y la imagen, que no es exactamente un posado, sino la sintésis de la enésima conversación, lo dice todo: denominaciones y visiones diferentes del mismo Dios, en el respeto recíproco.
Mejor dicho: nunca tuve que esconder una cruz.
Los extremismos son otra historia, lejos de la gente "normal" y de los más simples y pobres. 
7) Hay situaciones largas y desesperantes. No son muchas y suelo enfrentarme a ellas con paciencia casi franciscana.
Son las de la lucha contra gran parte de axiomas de la llamada "medicina tradicional". Creo que con mucha paciencia y un largo diálogo he conseguido que una niña al final tome y siga tomando los medicamentos para una más que evidente ictericia.
Pero la oposición de otra madre a curar una infección avanzada de su hijo fue frontal. Un muro a pesar de chantajearla diciéndole: "Piénsalo  bien, si vuelvo es posible que tú vivas, pero tu hijo no".
Y luego está todo lo fuera del alcance, como cardiopatías, diabetes y otras dolencias en las que sólo me queda añorar la presencia de amigos especialistas.
8) En los desiertos y alrededores no es frecuente pero se pueden hacer encuentros inesperados con personajes bizarros (definición con la que, según Javier, me quedo corto).
Pues el encuentro con Alfred - un berlinés solitario pluritatuado, con la barba blanca atada en la perilla como una coleta - fue bastante insólito. El hombre pretendía nada menos que profundizar en el desierto con su furgo Volkswagen T5 Syncro 4x4 y alcanzar Mauritania.
Una misión imposible y casi suicida, por los muchos peligros e insidias de distinta naturaleza y también porque un vehículo con ese paso entre ejes puede sí moverse por pistas y terrenos duros pero se quedaría atascado al minimo paso de cresta de la más irrelevante de las dunas.
En el vehículo Alfred tenía de todo, desde la cocina a una cama y a las planchas desatascadoras. Pero estoy convencido que estaba bastante confundido entre la grandes dificultades y peligros del Sahara y el camping en las orillas de un lago alcanzado por caminos forestales.
Seguro de sí, ha sido muy difícil insinuar, no afirmar, que esa era una idea peligrosa.
¡Suerte, Alfred!
9) Momentos y seres humanos.
Superados los primeros meses de vida, entre incertidumbres y altibajos, los niños del desierto suelen ser sanos, con  enfermedades y accidentes propios de la edad. Más adelante ya se verá...
Lo que sí tienen es una alegría ligeramente melancólica, paliada por mucho, mucho afecto de todo el entorno familiar alargado.
Ruidosos durante el día y silenciosos la noche ante un magnífifico couscous improvisado en la total oscuridad, entre arena, pedregales, dromedarios y cabras, con un cielo maravillosamente estrellado sobre una superficie abrasada durante el día.
Es el desierto y sus gentes.





































10) La acumulación de calor infernal, arena, polvo, sacudidas por pista de todo tipo, sobre todo las de "tôle ondulé" que acaban produciendo una suerte de delirium tremens, es agotadora
Ninguna novedad, son décadas experimentando esto y situaciones mucho peores, pero la fatiga hace acto de presencia. Afortunadamente entra en juego la adrenalina y también hay pequeñas treguas, salpicadas de atenciones sanitarias a ancianos, mujeres, hasta a miembros de la Gendarmerie.









11) Y ocurre de todo, porque lo imprevisto y la insidia están al acecho. No pregunten cómo se puede chocar en el desierto... aunque esta vez el balance no ha sido grave pero aparatoso: frontal y lateral izquierdos, faros del techo, barras, espejo con su motor y algo más.
Lo del embrague, quemado e inservible, ha llegado el día siguiente, gracias a los recalentones por pistas de arena y fech-fech. Ahora a reparar, aunque someramente sólo para poder seguir. El habitual balance del semidesastre ya se hará en su momento en Madrid. Ahora lo importante es dejar algún alivio y sonrisa por el camino de este nomadeo.

















12) Todavía queda camino y cosas por hacer, lugares, personas y circunstancias donde poder echar un cable e intentar dar respuesta a problemas de salud. Pero ya salimos de los rigores de lo peor: calor al límite de la tolerancias, sacudidas continuas y obstáculos de todo tipo.
Y es el momento de confiar en el amigo Alí, que casi vi nacer y que para muchos es el mejor y más ingenioso mecánico antes de entrar o despues de salir del desierto por estos lares. Pues embrague nuevo (original) con desmontaje y montaje, reparaciones de varios desperfectos, revisión y apretado de todo lo aflojado por las pistas, engrasado, limpieza de filtros y mucho más.
Tendŕia que callar porque es una historia y una relación antigua, pero lo diré: 350 euros, el 15 por ciento de lo que pagaría en Europa. Y teniendo que insistir o me costaría aún menos.
















13) Pero mi amigo Alí es algo más que un mecánico. Es quien abandonaría todo y se metería en pleno infierno si tuviera que rescararme. Y nunca me hace faltar un sabrosísimo couscous entre amortiguadores, juntas de culata y mis enésimas babuchas que acaban un largo servicio para dar paso a las siguientes.
Siempre lo he sostenido: mucho más que en nuestro opulento e hipócrita Occidente, es con esta gente nagnífica y sicera donde se comprueba que si siembras amistad la cosechas multiplicada.
14) Curiosidades.
Gatos del desierto con ojos orientales...











Dromedarios tratados con guantes sanitarios...



























Y la vieja pregunta: ¿por qué se hincha el jillaba o la gandoura vaciando la vejiga frente a la inmensidad?

15) Quien me conoce sabe que mi relación con el desierto – mejor dicho, los desiertos que forman el Sahara – es antigua, de muchas décadas. He intentado una y mil veces explicarla y es compleja. Es pasión por lugares duros, cambiantes, imprevisibles. Es apego a gentes sencillas y pobres que me lo han dado todo. Es el intento de entender, aportar, consolidar una amistad que nunca ha sido traicionada. Y entre encuentros, ayudas en lo que se puede, información y actos sanitarios, nunca me aburre seguir contemplando lo que la dureza maravillosa de la naturaleza me ofrece a cada paso, detrás de cada montaña, duna o paso de oued.

















Aquí es necesario un apunte. La visión de lo desconocido está habitualmente repleta de tópicos, de imágenes de postales. Y lo mismo que no hay camellos en África, aunque alguno habrá, porque el mundo del Sahara utiliza el dromedario, tampoco hay que pensar en arena, exclusivamente en arena, cuando se mira hacia el desierto.
Hay muchos desiertos y tres son los principales. Una parte es la de la postal, el inmenso mar de arena (remla, en árabe) que se denomina erg.
Otro desierto frecuente es el de reg, terreno duro, compacto, a menudo destroza4x4 por las tremendas vibraciones producidas por la tôle ondulée, superficie como la uralita, creada por el viento, el calor y determinada condiciones del lugar. Para evitar el delirium tremens hay que rodar a alta velocidad y con mucho ojo. Y luego verificar y apretar todos y cada uno de los bulones del vehículo.
Y el tercero más frecuente, otro destroza4x4 y machacariñones, el el desierto de hammada, inmensos pedregales en los que vibrar y saltar es lo de menos. Hay que tener un ojo muy agudo y evitar las piedras lávicas de canto que se divierten a hacer explotar los neumáticos, que con esas temperaturas quedan hechos unos confetis de carnaval.











16) Paréntesis evocador: «¿Quién eres tú?». «Yo soy la voz que clama en el desierto» (Jn 1:23).
Lejos del mundanal ruido, de los atronadores silencios en medio del clamor, y de lo inútil y de lo superfluo, lugares duros, semivacíos e inmensos como los desiertos inducen poderosamente a la reflexión. Basta con tener un mínimo de predisposición, abstraerse mirando en los ojos a la naturaleza y a nuestros semejantes, obviar las diferencias y salirse de los rutinarios cauces del “carpe diem” de nuestra opulentas y calculadoras sociedades.
Y les aseguro: todo se relativiza, todo asume otra dimensión. La naturaleza aparece ante nuestros ojos con todo su poder y sus maravillas. Y el prójimo, el prójimo es una natural extensión de nosotros mismos. El recelo, las dobleces, la falsedad y los intereses mezquinos son poco más que un lejano espejismo, los que los deambulantes de la nada denominan “Fata Morgana”.















17)  Llevo décadas diciéndolo: “Ha sido una paliza”. Pero esta vez lo ha sido algo más por varias circunstancias, desde las climáticas, algo más rígidas, hasta por la ausencia de distracciones y el mayor empeño en echar un cable a quienes lo necesitaban y yo tenía la capacidad y los medios para dar una respuesta.
Y sin embargo, haciendo un somero balance, lo más agotador ha sido – la verdad, en casos contados – tener que dialogar mucho, con toda la calma y la pedagogía posible en una mezcla de idiomas, para intentar remover algunas oposición maternal a curar a sus hijos, o lidiar con eso de “no hay fármacos por si acaso, no voy a dejar medicinas potencialmente peligrosas”. Repito: casos contados que sin embargo dejan ese sabor amargo de no haber podido convencer (¿o sí?) por lo menos en el momento.
Ahora, a desandar, a cambiar progresivamente de orografía dejando atrás los territorios desérticos de “mis” nómadas, después de muchos abrazos, besos y caricias. Gente a la que quiero porque se lo merece y me lo ha demostrado a lo largo de décadas. Con esas gentes no tengo ni un sólo episodio negativo. Ese amplio repertorio está hecho de cosas que a lo largo de la vida me han ocurrido en mi Occidente. Así son las cosas, lo contrario sería mentir y mentirme.
























Decía que ha sido una paliza. Pues sí y sin duda algo superior a las habituales. Claro, salí con unos cuantos achaques e incógnitas y, además, el tiempo ha hecho sus estragos.
Pero – como diría nuestro latinista tuitero Emilio Del Río @emilio_delrio – algunos parece que hemos sido hechos con ese obsoleto molde llamado “Frangar non flectar”. O eso quiero creer.
Importará a muy pocos, salvo a profesionales de la medicina, y sin embargo dejo aquí algunos valores de un momento bastante durillo. 

Considerando las circunstancias – corroboran online mi amigo cardiólogo Rafael Cinza Rey @cinzareycardio y mi médico y al mismo tiempo mi paciente (no, no pregunten) Alfonso Morán @Poncho4996 – no está nada mal. 

Aunque está por ver si es la última o una de las últimas veces...


18)  Antes de cerrar esta serie de anotaciones a vuelapluma, les dejo algunas imágenes entre miles, sin orden cronológico o de relevancia.




















19) CONCLUSIÓN
Ahora ya es otra cosa y es el momento de tomar un tiempo de descompresión porque el ritmo ha sido duro y agotador como pocas veces anteriores. Yel cuerpo aguanta hasta que puede.
Atrás quedan unos granitos de arena entre la immensidad de las dunas, nada del otro mundo. Pero quedan renovadas y nuevas amistades, diálogo entre iguales con diferencias, abrazos humanos e interculturales con espontaneidad y sinceridad.
Algo como "ir a quitar legañas", decía con desdén desde lo alto de su sofá tuitero una persona camino de la beatificación (sarcasmo y lástima en modo ON) y que si ha hecho algo para los demás a lo largo de su vida ha sido con la finalidad de conseguir objetivos interesados. Afortunadamente, hay de todo en esta viña del Señor y haylos y haylas que cuando se presenta la oportunidad de echar un cable al prójimo no se pierden en cálculos. También porque algún día tendrán que hacer balance con su propia conciencia. Y será lo que tiene que ser.

También es el momento de dar las gracias, al final de esta enésima de mis aventuras italo-españolas vagabundeando. Gracias por el renovado apoyo de médicos, enfermeros y técnicos sanitarios de esa especialidad que tanto me apasiona: urgencias y emergencias. Pues mil "¡Gracias!" a los amigos de
@SEMES_ @SAMUR_PC - que han estado al alcance de un SMS o de lo que fuera si se presentaba algo muy complicado - lo doy con una ya habitual visita a uno de los servicios homólogos del SAMU, en su departamento de urgencias pediátricas. Llevándoles, claro, el saludo de los colegas españoles, y trayendo a España el de ellos.
شكرا لكم وداعا