Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

viernes, 27 de abril de 2012

(144) Vomito, ergo existo. El perpetuo fluir en las cloacas de la opinión sin frenos
Vomito, ergo esisto. Il perpetuo fluire nelle cloache dell’opinione senza freni


Tanto debatir de telebasura en medios “de calidad” y en periódicos “de referencia” para luego leer los comentarios a cualquier noticia y, en aras de la tan manoseada “libertad de expresión”, encontrar, entre un vómito y el siguiente, las peores reacciones, las más abyectas, de un signo y del opuesto, que boca o teclado humano pueda producir.
  Pues por lo menos que se compren unos buenos espejos y miren primero hacia lo que publican, con moderación incluida (¡menudo chiste!), luego ya podrán mirar hacia la redacción o el plató del vecino.
  Otra cosa. Busquen, lean, comparen y luego cuéntenlo. ¿A que la “prensa de referencia” del entorno, y del más allá, no llega a ese nivel de cloacas disfrazadas de opinión?
  Ahhhh… claro… Lo de siempre. Como aquí tuvimos dictadura, moderar las opiniones anónimas, digan lo que digan y lo expresen como lo expresan, eso es censura.
  Vale. ¡Spain is different! Sobre todo para medios… que no llegan a enteros.

Roma, Cloaca Maxima

martes, 24 de abril de 2012

(143) Me siento barcelonés, catalán, español, europeo...
Mi sento barcellonese, catalano, spagnolo, europeo...



Hoy
- siempre en estas y otras situaciones -
me siento barcelonés,
catalán,
español,
 europeo.
Sobre todo,
un ser humano civilizado.

Bien hecho.
Que se les vea la cara y que si son hallados culpables, paguen.
Porque lo que han destrozado es de todos, incluso de ellos mismos.
Y porque, además de bienes materiales,
la que revientan es nuestra convivencia.



lunes, 23 de abril de 2012

(142) El improbable giro de Hollande. Un viaje de ningún sitio a ninguna parte
L'improbabile svolta di Hollande. Un viaggio da nessun luogo a nessuna parte


Sería una tarea de titanes entretenernos en la enumeración de vicios y virtudes – a la hora de escribir y describir – de los que está plagada nuestra actividad diaria de periodistas. Todavía me acuerdo de cuando - ¡osadía! – hace unos cuantos años me entretuve coleccionando gazapos, curiosidades, paridas, meteduras de pata y otros infortunios, anecdóticos o reiterados, coleccionados durante la lectura de la prensa, viendo informativos de televisión o escuchando la radio. ¡Casi me comieron vivo! Hubo compañeros que no me perdonaron haber señalado su error o infortunio, a veces divertido, y al final, abandoné. Todavía, con aspecto de web antediluviana, queda aparcado ese “Bla…bla… de 1995 ya salpicado por el moho de Internet.
  Hoy encontré en la prensa – no es el caso de señalar con el dedo… - uno de esos latiguillos que por reiterados corren el riesgo de transformar en verosímil una “parida” que de vez en cuando asoma entre líneas o se verbaliza en radio y televisión. Viene a cuento de las hipótesis y especulaciones alrededor de una victoria de Hollande en las presidenciales francesas. Si ganara en la segunda vuelta el candidato socialista – es la tesis – Europa podría dar “un giro de 360 grados”. En lo económico, en lo político, en cómo enfrentarse a la crisis con rigor y al mismo tiempo con vistas al crecimiento. Pero no es el futuro de Europa que aquí me motiva.





























  Confieso que, por ser autor del primer manual de GPS en español cuando todavía en España casi no había GPS para uso civil, y por llevar ya unas cuatro décadas orientándome y dibujando mapas por erg, reg y hammada de mi querido Sahara, esto del “giro de 360 grados” me ha tocado las fibras más sensibles. Porque es una auténtica contradictio in terminis, un viajar de ningún sitio a ninguna parte, la apoteosis del inmovilismo más sedentario.
  Como podrán constatar los menos duchos en esto de la orientación, si se fijan en el goniómetro que reproduzco, uno de los que utilizo para calcular y trazar rutas, azimut y rumbos, verán que estamos hablando de un círculo de 360 grados. Y los grados 0 y 360 coinciden en el mismo punto. Pues si damos un giro de 360 grados, no hay tal giro. Nos quedamos exactamente donde estábamos.
  Es evidente que lo que se quiere sugerir es que algo cambiará “diametralmente”. En ese caso, justo a través del diámetro, nos colocaremos en los antípodas, que está a 180 grados de nuestra posición actual, no a 360 grados.
  Lo dicho. Para hacer una revolución, en sentido dinámico en el espacio o en sentido político y económico, hay que dar media vuelta, no una vuelta completa. Porque en ese caso, a 360 grados, iremos de ningún sitio a ninguna parte. Que es como decir “Virgencita, que me quede donde estoy”.

viernes, 20 de abril de 2012

(141) Apología del buen callar. Nunca un buen silencio pudo ser escrito
Apologia del bel tacere. Un buon silenzio non si poté mai scrivere

Cada día más, cuando leo y escucho mucho de lo que escucho y leo, lo que sigue vuelve poderosamente a mi memoria.
Cuánta razón tenían...

Ogni giorno sempre di più, quando leggo e ascolto molto di ciò che ascolto e leggo, quanto segue mi ritorna con forza in mente.
Quanta ragione avevano...







“Un bel tacer mai scritto fu”
Atribuido al compositor Claudio Monteverdi y a su libretista Giacomo Badoaro




“… parlando cose che ‘l tacere è bello…
Dante Alighieri (“Divina Commedia”, Inferno, Canto IV, verso 104)




Res est magna tacere
 Marcial (“Epigramas”, Libro IV, 80, 6)




“… un bel tacer talvolta ogni dotto parlar vince d'assai
Pietro Metastasio (“La strada della gloria”)




Pero también este silencio merece la pena...


martes, 17 de abril de 2012

(139) Gilipollas, simplemente gilipollas. Lo siento, ahí se me atascó el diccionario
Imbecilli, semplicemente imbecilli. Mi spiace, ma proprio lì mi si è inceppato il dizionario


Gilipollas. Pues sí, auténticos gilipollas.
  Creo que es la primera vez que alguien lee, en cualquier lugar, una palabra salida de tono que lleve mi firma. Pero hay un límite para todo. Aunque – confieso –  ni a mí ni a muchos nos han faltado anteriores ocasiones, y ganas,  para sacarlas del diccionario y reforzar el enfado y el estupor ante muchas solemnes estupideces.
  ¿A qué viene esto? Pues a la “nacionalización” (pongo comillas porque, sin creérselas,  las puso la Evita del Tercer Milenio) de la empresa YPF, filial argentina de la compañía española Repsol.
  Me he quedado atónito ante el número, decenas y decenas sólo en un breve “paseo”, de españoles que, en foros, comentarios de webs y otros reductos de Internet han aplaudido la decisión de la viuda de Kirchner. Aplausos a rabiar, con acritud, banderas ideológicas, las motivaciones más peregrinas y una retahíla de soflamas y proclamas contra el mercado, las multinacionales, los empresarios y… hasta la Iglesia Católica (¡Faltaría más!).
  De locos. Si alguien en estas horas afirma que el gobierno argentino se ha disparado en su propio pie o que el tiro le saldrá por la culata, estos irresponsables internautas  – sobre todo por ser españoles – se están disparando a su propio pie y la bala le dará de rebote a alguien de la familia y al vecino de al lado. Porque cuando se habla de multinacionales, capital, accionistas y dinero, siempre se olvida algo. Que el capital se forma con mucho dinero y muchísimas personas. Es verdad, hay gente y grupos que poseen muchas acciones. Pero es también verdad que miles y miles de hombres y mujeres han confiado sus pequeños o medianos ahorros, su presente y su propio futuro, a los vaivenes de una gran empresa. Directamente o a través de fondos de pensiones u otros instrumentos de los muchos que hay en el mercado.
  Por otro lado, no voy a dedicar mucho tiempo a consideraciones tan elementales como la inseguridad jurídica, las repercusiones en España y en la misma Argentina, la desconfianza de cualquiera que se plantee aterrizar en Buenos Aires para emprender una actividad. O el hecho tan elemental de que una empresa, sobre todo una gran empresa como esa – de la cual no soy accionista y ni siquiera comprador frecuente de su gasóleo – cuando se pierde es que se está perdiendo un pedazo de la riqueza de este mismo país. Que es también de los fanáticos tan ideologizados – en este como en decenas de argumentos – que sólo saben rebuznar con el “no”, el “abajo”, el “anti” y el “contra”. De construir, nada de nada, salvo el odio y las barricadas que no obedecen a ninguna lógica de defensa.
 También me crucé, esta misma mañana y físicamente, con una charla entre tres hombres, pura casualidad en un lugar público. Uno de ellos insistía mucho en alegrarse de todo el desaguisado argentino. Y lo siento, tuve que hacerle una pregunta: ¿Estás en el paro, verdad? “Pues sí”, me contestó. Y, repito, lo siento, pero me salió del alma, o mejor de la incomprensión y de una rabia patriótica sin ser yo español, una auténtica barbaridad. “Me alegro”, le contesté.
  Y ahora añado: por gilipollas. Con perdón y sin que sirva de precedente.
  Del unamuniano «Me duele España» hablaremos otro día.

miércoles, 11 de abril de 2012

(138) Mañana podría ser yo. O tú. Y menos mal que están ellos y gentes como ellos. ¿Les (nos) echamos un cable?
Domani potrei essere io. O tu. E meno male che ci sono loro e gente come loro. Gli (ci) diamo una mano?



No necesita muchas palabras…
sobre todo en tiempos como estos que estamos viviendo.

Non c’è bisogno di molte parole…
soprattutto in tempi come questi che stiamo vivendo.




Sólo una anotación. El autor, Alejandro Toledo, es un conocido publicista. Un día, por la calle, vio a un antiguo compañero, afirmado ejecutivo, guardar cola ante un comedor de Cáritas.
El impacto fue fuerte, la reflexión profunda. La implicación, un poderoso impulso. Ese que se llama solidaridad.

Solo un appunto. L'autore, Alejandro Toledo, è un noto pubblicitario. Un giorno, per strada, vide un vecchio collega, affermato, che facela la fila davanti a una mensa di Caritas.
L'impatto fu forte. La riflessione profonda. L'implicazione, un possente impulso. Quello che si chiama solidarietà.