Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

miércoles, 24 de octubre de 2012

(167) José Ramón Hepburn y José María Peck. Vacaciones romanas y parisinas a toda música
José Ramón Hepburn e José María Peck.
Vacanze romane e parigine a tutta musica

¿Qué les voy a decir yo de José María Íñigo y de José Ramón Pardo y viceversa, de esa extraña pareja con largos recorridos en el periodismo, en la música, en el espectáculo, en el entretenimiento y en la divulgación?
  Quienes tienen la amabilidad de acompañarnos los fines de semana, en No es un día cualquiera de Radio Nacional de España, bien saben que hay momentos en los que ese binomio significa música, canción, grupos, crooners, rockeros, anécdotas de artistas, curiosidades, historia de varias décadas de música en todas sus expresiones, sobre todo la ligera.
  Ni Pardo ni Íñigo escriben música o canciones. Pero conocen ese mundo a fondo, tienen gusto y olfato y saben escoger. Que es lo primero que hacemos los periodistas: seleccionar y así ponerle nuestro personal acento a creaciones ajenas.
  Aquí su última selección, que acaban de presentar y lanzar. Son 66 piezas que han marcado, en italiano y en francés, muchos años de muchos de nosotros. Es una selección que comparto y suscribo, que – sin abandonos a estériles morriñas – me retrotrae a años que recuerdo como si fuera hoy mismo. Muchas de esas canciones las tengo en el despacho, me acompañan en el coche, sigo tarareándolas o canturreándolas en semáforos, autopistas y pistas de mi desierto.
  Esa extraña pareja me ha pedido que escriba algo para la libreta que acompaña el volumen con los tres discos. Aquí tienen unos párrafos que escribí. Pero más allá de esas palabras, en esas canciones hay parte de mi vida, de la vida de muchos.













  «Si fuera un hijo de la costa adriática romagnola y me llamara Fellini, diría que este largo paseo por la canción italiana de algunas décadas es un auténtico “amarcord”, un “me acuerdo” al que le podría poner por un momento el acento gallego de la morriña. Los de estas canciones eran los años del guateque, que en Italia llamábamos “festa”, un genérico que asumía toda su connotación juvenil de reunión con música, chicos y chicas, cuando esa palabra, con intención programática, la pronunciábamos a partir del miércoles y mirando a la tarde del domingo.
(…)
  Pero está claro que no vengo de la Romagna y más que “amarcord” tendría que decir “Je me souviens” porque vengo de ese Piemonte que tuvo en su reino a Córcega y a la Saboya y por capitales a Torino y Chambery. Y es por eso que – además, estando a poco más de tres cuartos de hora de Francia - la canción francesa era tan nuestra como la italiana. Nos enamorábamos, las tardes de los domingos, con “Il cielo en una stanza” de Gino Paoli, nos poníamos colorados con “Roberta”de ese rey del “piano bar” que era Peppino di Capri, y no nos resistíamos a esa promesa meteo-romántica de “Le jour où la pluie viendra” con la voz dramáticamente cálida de Gilbert Bécaud.
(…)
  No, escuchando este magnífico carrusel de canciones no hay morriña. Sólo el placer del recuerdo. Acompañado por la música. Esa música que nos vio crecer».
Josto Maffeo 




























Algunas imágenes de la presentación del álbum, con muchas caras y voces conocidas y música. Esa música…  
 

lunes, 8 de octubre de 2012

(159) A ver si se enteran, esos retrasados carcas ahí fuera…
Vediamo se imparano, quei retrogradi là fuori…







Lo bueno de tener los pies entre varios países es que al final te sientes poco o nada parte de según cual contienda. Observas y almacenas. Luego pasas todo por la turmix y sacas tus consideraciones, pero siempre desde una prudencial distancia que pone a salvo de salpicaduras.
  De estos largos años dedicados a observar, intentar comprender y tener que relatar y explicar los aconteceres de varios países, con mucha dedicación a la Península Ibérica, quiero traer a colación unos recuerdos. Recuerdos de ciertos periodistas del tardofranquismo, la mayoría bastante conocidos y cada uno con sus propias tendencias, ideas e ideologías.
  Algunos solían escribir de jefes de estado y de gobierno o de más líderes extranjeros para, entre líneas, enviar mensajes internos que de manera directa en España no hubiesen pasado la censura.
  Otras plumas, articulistas y editorialistas - los más - se veían a sí mismos tan conocidos, tan escuchados y leídos, que de verdad creían poder hasta condicionar la política y los resultados electorales de otros países.
  De estos últimos yo sigo viendo hoy mismo a los legítimos herederos. Los veo en los medios y en las firmas, unos y otros convencidos – con unas cuantas líneas y unos titulares que ni siquiera llegan a las reseñas de prensa del resto del mundo – de poder influir en ideas, estrategias, decisiones y resultados.
  Algo de esto impregna ciertos - numéricamente no despreciables - sectores de la sociedad. Se les lee en foros y redes sociales de Internet todos los días: pontificando, censurando, dando instrucciones, pero siempre vagas soluciones, para los supuestos o reales problemas del resto del mundo. Sobre todo en cuestiones que tienen que ver con la economía, la supuesta modernización o la pretendida necesidad de que otros países, otros ciudadanos en sus casas, cambien hasta radicalmente su propia manera de ser y de vivir.
  Es algo muy singular este fenómeno del último en haber llegado al bienestar (a pesar de la contingencia de la crisis económica general) y a la democracia que da lecciones al resto de Europa y del mundo. Ese bien conocido y atávico “¡Te lo digo yo…, so carca!”.
  Llevo una larga treintena de años asistiendo, aún estupefacto, a este fenómeno que nunca he conseguido transmitir y explicar razonablemente a mis lectores, allende los Pirineos. Me declaro incapaz, aunque indicios para encontrar el origen, los orígenes, tengo unos cuantos. Pero me los guardo o me arriesgo a que quieran darme lecciones de no sé qué.

Post scriptum – A raíz de algo que concierne la estricta actualidad, pero también como norma general: no estaría mal, antes de opinar con vehemencia casi talibana, estudiar algo de relaciones internacionales, usos, protocolo general y específico en lo bilateral entre Estados y otras peculiaridades históricas y del derecho internacional.


"Si los españoles habláramos
sólo y exclusivamente
de lo que sabemos,
se produciría un gran
silencio que
nos permitiría pensar"
 (Manuel Azaña)
 


jueves, 4 de octubre de 2012

(158) Eufemismos y omisiones, deporte de muchos medios “de calidad” o “de referencia”.
Por cierto, y Obama-Romney ¿qué tal?

Eufemismi e omissioni, sport preferito di molti media “di qualità” o “di riferimento”.
A proposito, l’Obama-Romney com’è andato?




Esta mañana, en Twitter, escribía que no le compraría un coche usado a Romney pero tampoco le vendería uno a Obama. Quien me conoce o tiene ocasión de intercambiar opiniones conmigo, bien sabe que nunca me “enamoré” del inquilino de la Casa Blanca – como ocurre con demasiado mitos efímeros de nuestros tiempos, aquí mismo también – ni tampoco me han entusiasmado la personalidad y muchas ideas del contrincante republicano.
  Sólo quiero matizar que no se trata de programas o de visiones y propuestas de soluciones para esta crisis económica de dimensiones planetarias. Mis prioridades, a la hora de conectar o no con un político, van hacia su línea ética y moral, su humanismo, su sentido – sincero – del bien común y el respeto del individuo, del ciudadano. Apunto alto, ¿verdad? Pues sí, y será por eso que doy gracias a Dios de no poder votar por obvios motivos de nacionalidad, en el caso de España, y por la excusa de la lejanía, relativa pero real, con relación a Italia. Ya sé. Me he buscado, o la circunstancias me las han ofrecido, dos discretas coartadas que sin embargo me facilitan la ausencia de pasión y la posición de observador escasamente implicado.
  Pero estoy desviándome de lo que quería resaltar y que, una vez más, esta mañana muchos medios han puesto en evidencia. No es otra cosa que la importancia de prestar atención no sólo a lo que un medio de comunicación escribe, sino también a sus omisiones, sobre todo cuando son frecuentes, reiteradas, unidireccionales.
  Esta mañana, recién concluido el primer debate Obama-Romney, era más que evidente que a muchos medios - en primera línea a los que se autodefinen o insinúan “de calidad” o “de referencia – les costó y mucho dar la noticia. Contrariamente a lo que ocurre con la contundencia de debates en este mismo país, esta mañana costó una barbaridad decir al lector, en el titular o por lo menos en las primeras líneas del texto, quién había salido ganador y quién tendría que considerarse perdedor de este primer round. Un medio de los “importantes” tardó nada menos que una treintena de líneas en su pieza principal de crónica-análisis.
  “Centrados en la economía”, “Agresividad de Romney”. Pero tanto costaba decir inmediatamente y con claridad lo que espera alguien que ha quedado aislado un domingo y pregunta: “¿Ha ganado el Madrid o el Barça?”. Claro que costaba y por eso, eufemismos y omisiones a mansalva. Tomen nota. Con omisiones se lavan más cerebros (o se intenta) que con afirmaciones.
  “De referencia”… Hagan el favor, que somos viejos del lugar y de la profesión. Sobre todo, no tontos ni tan forofos hasta la ceguera. Y no tarda mucho en aparecer algún niño que, apuntando, pone en evidencia que el rey está desnudo. En pelotas y ante todos.